Punto 04.

El autocultivo de cannabis es considerado en Argentina por una vasta jurisprudencia como una conducta no punible en conformidad con lo resulto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo Arriola. Actualmente no existen estimaciones oficiales que permitan apreciar la magnitud de esta práctica, que ha crecido considerablemente en los últimos años. La demostración más acabada de este fenómeno son las tiendas de cultivo especializadas o growshops. Según datos de Emprendedores Cannábicos Unidos de Argentina (ECUA), una asociación que nuclea tiendas de cultivo, productorxs y distribuidorxs de toda la Argentina, hay más de 300 locales de este tipo en todo el país.

Por otra parte, el comercio de ciertos productos permite realizar estimaciones de cantidades cultivadas y cultivadorxs por año. Existe cierto consenso entre quienes cultivan y comercian sustratos en que por planta se utilizan durante todo el proceso de cultivo (vegetativo, crecimiento y floración) aproximadamente 25 litros de tierra. De modo que, a partir del comercio de sustratos específicos para cannabis, se puede estimar lo cultivado en Argentina durante el período 2018-2019. Luego de hacer consultas informales con fabricantxs y distribuidorxs, se vendieron en el último año al menos 1.000.460 litros de las marcas Santa Planta, Cultivate, Terra Fértil, Nube Verde y Growers.

Estos datos permiten estimar que se cultivaron en ese período 40.018 plantas. Vale aclarar que existen más marcas especializadas y además muchas personas compran y arman su propio sustrato. Si se parte de un promedio de 4 plantas por persona, en Argentina habría actualmente, por lo menos, 10.000 cultivadorxs al año.

La regulación del autocultivo en Uruguay permite hasta 6 plantas hembras por domicilio, previo registro. El cultivo de cantidades mayores no está prohibido, aunque puede implicar una investigación judicial para determinar si existe otra finalidad. A mediados de septiembre de este año, había en Uruguay 7287 personas registradas para el cultivo doméstico. Otras regulaciones, como la canadiense, permiten 4 plantas y en la mayoría de los 11 estados norteamericanos, donde existe regulación para uso adulto, también se contempla el derecho al autoabastecimiento. Otros países, como Colombia, Holanda, Bélgica y República Checa, también permiten el autocultivo a partir de fallos, políticas criminales o leyes.

En algunas autonomías de España y en Uruguay existe además el modelo de Clubes Sociales de Cannabis (CSC) o asociaciones cooperativas de cultivo. Se trata de una propuesta de producción y distribución de cannabis para el uso personal de sus miembros con el objetivo de reducir los costos, así como los riesgos y daños asociados al consumo, evitando el contacto con el mercado ilegal y las consecuencias negativas que esto acarrea para la salud y la seguridad. Estos clubes defienden el derecho de usuarixs adultxs a asociarse y organizarse para gestionar un cultivo de cannabis, que es distribuido sin ánimo de lucro en un circuito cerrado con el fin de no fomentar el uso.

En el caso de España, para ingresar a los CSC, se debe contar con el aval de un/a socix, ser consumidor o consumidora de cannabis con anterioridad o acreditar uso terapéutico. Lxs usuarixs terapéuticxs no poseen límite de dispensación, pero precisan de derivación médica. Para el resto, se dispensan hasta 60 gramos mensuales. Estxs usuarixs tienen además un tiempo inicial de espera (15 días), de manera de no promover el turismo cannábico.

En el caso de Uruguay, la norma plantea a los Clubes de Membresía como una de las tres vías de acceso al cannabis (las otras dos son el autocultivo y la compra en farmacias). Estos clubes pueden tener hasta 45 socixs y cultivar 99 plantas. En la actualidad hay 129 clubes con más de 4000 socixs. Todas las vías permiten acceder a 40 gramos de cannabis por mes.

Los clubes pueden ofrecer servicios de reducción de riesgos, daños y vulnerabilidades o talleres de consumo responsable de cannabis, por ejemplo. Al no haber ánimo de lucro, no se realiza publicidad, se previene la apología del consumo y se fomenta el asociacionismo y el cooperativismo con los beneficios que eso tiene para la sociedad en general.